Continuó siendo una actividad importante en Doñana, pero su impacto en el ecosistema fue menor que en la Edad Media. La agricultura y la ganadería, comenzaron a desarrollarse en algunas zonas
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, se dieron los primeros pasos hacia su conservación. En 1792, se promulgó una real orden que prohibía la caza de aves durante la época de cría, y en 1804 se creó la Guarda Forestal para proteger los bosques de la región.
A partir del siglo XIX, nuevos pobladores llegaron a Doñana, principalmente dedicados a la agricultura y la ganadería. La deforestación y la transformación del paisaje se intensificaron en algunas zonas, lo que generó preocupación entre los conservacionistas.
Doñana es un ecosistema único y diverso con una gran diversidad de flora y fauna. Un espacio protegido con reconocimiento internacional, creado en 1969 para proteger 50.720 hectáreas de terreno. En 1989, amplió la superficie protegida a 136.000 hectáreas. En 1994, fue designado como Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Tiene un reto constante: La conservación y el desarrollo sostenible. Se enfrenta a múltiples amenazas como la contaminación, la pérdida de hábitat, el cambio climático y la presión humana. Un destino turístico responsable: recibe cada año a millones de visitantes, quienes disfrutan de sus paisajes, su fauna y su flora. El turismo responsable y el respeto por el medio ambiente son esenciales para minimizar el impacto de la actividad turística.
Un legado para las futuras generaciones: Doñana es un tesoro natural que debemos preservar, mediante la educación ambiental, la investigación científica y la participación social.
El Parque Nacional de Doñana, un oasis de biodiversidad en el suroeste de España, alberga una historia tan rica y diversa como los ecosistemas que protege. Sus paisajes, esculpidos por el tiempo y la interacción humana, narran un relato que se remonta a miles de años atrás, un viaje fascinante que nos adentra en los orígenes, el desarrollo y la conservación de este tesoro natural.
¿Te adentras con nosotros en la historia de este fantástico parque nacional?
El Parque Nacional de Doñana, estuvo marcado por una interacción constante entre el ser humano y el medio ambiente, con diferentes pueblos dejando su huella en la región y moldeando su fisionomía.
Evidencias arqueológicas sugieren que la presencia humana en Doñana se remonta al menos al Paleolítico Superior, hace unos 28.000 años. Se han encontrado restos de neandertales que habitaban cuevas y explotaban los recursos naturales de la zona, principalmente la caza y la recolección.
Con el paso del tiempo, diferentes pueblos se asentaron en Doñana, atraídos por su riqueza natural y su estratégica ubicación. Los tartesios, una civilización pre-romana, establecieron poblados en las marismas y explotaron la minería y la pesca. Posteriormente, fenicios, griegos y romanos también dejaron su huella en la región, fundando factorías comerciales y aprovechando los recursos naturales de Doñana.
Entre los siglos II a.C. y V d.C., los romanos establecieron asentamientos dedicados principalmente a la pesca y la salazón. Restos arqueológicos como el Cerro del Trigo en Huelva dan testimonio de esta actividad. La producción de salazones era una industria importante en la época romana, y Doñana proporcionaba un entorno ideal para su desarrollo gracias a sus extensas salinas y su acceso al mar.
A lo largo de la Edad Antigua, el paisaje de Doñana experimentó cambios significativos debido a la acción humana, la sedimentación y los procesos geológicos. La deforestación, la agricultura y la ganadería modificaron la fisionomía del territorio, mientras que la sedimentación de los ríos y la acción del mar moldearon la costa y las marismas.
El Parque Nacional de Doñana estuvo marcado por un complejo equilibrio entre la conservación del territorio para la caza real, la explotación forestal y la creciente actividad humana.
A partir del siglo XIII, Doñana adquirió un estatus singular como coto de caza real. Los Duques de Medina Sidonia, poderosos señores feudales, poseían gran parte de las tierras y organizaban lujosas cacerías en las que participaban miembros de la realeza y la nobleza. Esta época, si bien marcó un período de intensa explotación cinegética, también contribuyó a la conservación del ecosistema al limitar la actividad humana en ciertas áreas.
La Edad Media también fue testigo de una intensa actividad forestal en Doñana. Los bosques eran explotados para la obtención de madera y la fabricación de carbón vegetal. Esto tuvo un impacto significativo en el ecosistema y contribuyó a la definición del paisaje.
A partir del siglo XIV, la devoción a la Virgen del Rocío atrajo a miles de peregrinos a la aldea de El Rocío. La peregrinación anual se convirtió en una de las tradiciones más importantes de Andalucía, y tuvo gran impacto social y cultural en la región.
Las órdenes religiosas también tuvieron una presencia significativa en Doñana durante la Edad Media. Algunas órdenes, como la de Calatrava, poseían tierras en la región y se dedicaban a la explotación forestal y la ganadería. Su presencia contribuyó a la organización del territorio y al desarrollo de la actividad económica.
El Parque Nacional de Doñana estuvo marcado por una continuidad en algunas prácticas tradicionales, como la caza real y la explotación forestal, pero también por cambios significativos en el uso del suelo y la gestión del territorio.
Continuó siendo una actividad importante en Doñana, pero su impacto en el ecosistema fue menor que en la Edad Media. La agricultura y la ganadería, comenzaron a desarrollarse en algunas zonas
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, se dieron los primeros pasos hacia su conservación. En 1792, se promulgó una real orden que prohibía la caza de aves durante la época de cría, y en 1804 se creó la Guarda Forestal para proteger los bosques de la región.
A partir del siglo XIX, nuevos pobladores llegaron a Doñana, principalmente dedicados a la agricultura y la ganadería. La deforestación y la transformación del paisaje se intensificaron en algunas zonas, lo que generó preocupación entre los conservacionistas.
Doñana es un ecosistema único y diverso con una gran diversidad de flora y fauna. Un espacio protegido con reconocimiento internacional, creado en 1969 para proteger 50.720 hectáreas de terreno. En 1989, amplió la superficie protegida a 136.000 hectáreas. En 1994, fue designado como Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Tiene un reto constante: La conservación y el desarrollo sostenible. Se enfrenta a múltiples amenazas como la contaminación, la pérdida de hábitat, el cambio climático y la presión humana. Un destino turístico responsable: recibe cada año a millones de visitantes, quienes disfrutan de sus paisajes, su fauna y su flora. El turismo responsable y el respeto por el medio ambiente son esenciales para minimizar el impacto de la actividad turística.
Un legado para las futuras generaciones: Doñana es un tesoro natural que debemos preservar, mediante la educación ambiental, la investigación científica y la participación social.